Alguien araña la pared |
Hace mucho tiempo, aun antes de que naciera, cuentan mis padres que después de encontrar el amor de su vida y unirse para siempre como pareja, decidieron buscar un lugar, tan especial donde vivir, para disfrutar la vida juntos. Al parecer el departamento que encontraron era acogedor, pequeño pero agradable, no había necesidad de más, pero el único inconveniente es que estaba en un segundo piso y en la planta baja, vivían los dueños, que tenían un perro algo grande en el patio.
Un día ellos mientras se disponían a dormir, escucharon ruidos en la pared, justo donde estaba el patio, de ese lado recordaron, estaba viviendo aquel perro, pero pues era el segundo piso era imposible que el perrito lograra rasguñar la pared, aparte estaba durmiendo.
Era un sonido desgarrador, sentías que se te levantaban los vellitos del cuerpo, un sonido macabro y realmente extraño, aterrador, te dejaba la piel de gallina. Así pasaron varios días, cuando comenzaron a escuchar lamentos, como si alguien estuviera sufriendo por algo, de inmediato pensaron que eran los viejitos y fueron a tocar a la puerta, al parecer todo iba bien, nadie había escuchado nada y la señora estaba bien de salud.
Al verlos preocupados, los invitaron a tomar un café, al parecer, ahí había vivido una mujer que pronto se iba a casar, estaba muy enamorada, pero era alguien muy celosa, justo el día antes de casarse se enteró de que su novio la estaba engañando, o al menos eso es lo que ella decía o creía, así que se puso el vestido de novia, busco entre los venenos que tenía y encontró un fuerte veneno para ratas, lo mezclo con una coca y se lo tomó.
El veneno era tan fuerte que desgarro sus entrañas, el vestido se mancho de sangre y era tan fuerte el dolor que la mujer rasgaba la pared con las uñas, tanto que se le quedaron clavadas en la pared, sufrió intensamente, quizás fue tanta la desesperación, que su espíritu aun ronda por esta colonia, buscando a su pareja infiel.
Después la gente se enteró que el novio si la quería demasiado, jamás la había engañado todo fue su imaginación, pero el daño ya se había hecho.
Indudablemente esa misma noche, mis padres abandonaron aquel lugar y jamás volvieron a escuchar los gritos de una mujer en agonía, buscando en sus llantos que su novio volviera.
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